lunes, 9 de noviembre de 2009

Fire II

          Desde anoche iba a escribir algo sobre mis manos frías, manos de hielo, que se quebraban por no poder entibiarse y recuperar su flexibilidad con el calor de tu piel, justificando así, el porque se me rompían en pedazos y me dejaban en la triste situación de no poder tocarte otra vez.

          Luego pensé en que mis manos ardían como antorchas y a falta del extenso campo llano de tu piel sobre el cual estaban intencionadas a incendiar y consumir toda pasión, tuvieron que rodar sobre sí mismas para apagar el fuego. Cenizas y muñones. Terminé incapacitado para tocarte de todas formas.

          Finalmente, donde quiera que haya sucedido, el fuego se consumió.

         Ni modo, qué hacer.

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