lunes, 25 de octubre de 2010

Inicio y fin



La transporté como el viento a las burbujas, y la desheché como el alba a las estrellas.

lunes, 19 de abril de 2010

(con)Secuencia

          Habiendo recorrido el fracaso en esa batalla, emprendió la retirada. Enunció con desenfado las palabras que   como una bomba detonarían luego de un monento, y se fué.

          Hubo silencio y oscuridad.

          De la penumbra, vino el sonido semi sordo de los pies desnudos al andar sobre loza de concreto. Satisfecho ya, sin siquiera haberla visto, sonrió con los ojos cerrados. Mientras, ella trastabillaba para ponerse en pie.

          Casi por reflejo, más que por interés, abrió los ojos para esperar a cuadro su delgado cuerpo contrastando con la tenue luz lejana del alumbrado público al exterior. Con los ojos entrecerrados todavía por el sueño -que lentamente se le había filtrado al organismo- le vió reclinarse sobre la cama. Al instante que colocaba los codos sobre el colchón, ella le susurró: "Acepto el reto"

jueves, 15 de abril de 2010

Villano


Dentro de tí, sabes que no lo soy.
Como sea, fuiste cómplice. Cometimos un error.

Viértelo todo en mi, como ya lo hubiste hecho.

Quisiera saber de qué te arrepientes. Qué detestas.
Porqué "justo ahora", y no "por siempre", me odias tanto.

Porqué tardó (tanto) el abismo en abrirse frente a tí.
Para dejarme al otro lado.

No es fácil creer que queda nada de nosotros.
Lo sabemos.

¿Porqué esperaste?
¿Qué quisiste de mí?
Drama conciliatorio a las puertas de la catársis en martes por la noche
¿Esperabas que hiciera todo para comprar tu misericordia?

Yo no. Hace tiempo que no discuto.
Y ésa noche decidiste hacer lo mismo.

Si nos volvemos a encontrar, probablemente suceda ése encuentro que evadiste a inmediatez. 
Tristemente, creo que si sucede, combatiremos.

Nunca quise que éso sucediera.
Jamás lo imaginé siquiera.

No quisiste escucharme. 
No quisiste saber de mí. 
No pedí tu clemencia ni tu perdón. 
Éso se otorga, no se entrega al que ofrezca más lástima. 
Sólo quise una audiencia.
Un amigo que se equivoca merece ser escuchado, aún para juzgarle.

Y creo, que sabes, que el único que pierde aquí, ahora, soy yo.
La libertad es tiempo. Es voluntad. Es posibilidad. Si se pierde, con ella muchas cosas.

La emoción es una ilusión. Supérala.
Como ya lo has hecho.

Y úsame para ser felíz.
Como ya lo has hecho.

Nunca tomé nada por fuerza.
Tus manos hablaron por tí.
Aquello terminó cuando dijiste "no".

Lo sabes. 
Dentro de ti.

No soy un villano.
...y no eres una víctima.

viernes, 2 de abril de 2010

Empolvado


Ésto lo encontré recién saqué un cuaderno que encontré entre mis cosas. Seguramente lo siguiente lo escribí en 2007, mediados.

Me quedé estacionado amando un recuerdo.

        Como una caricatura, mi amor, con sus expresiones de afecto, son contempladas y consumidas como algo gracioso y simpático. Nada más.

        Así, paraece que no seré tomado en serio otra vez.

        Y tu sonríes conmigo, sobre mí. Cuando un sentimiento está muerto, ni repitiéndolo mil veces vive. Cuando está vivo, ni repitiéndolo mil veces parece suficiente para expresar su vitalidad.



        ...sorpréndeme...

jueves, 25 de marzo de 2010

Resonancia.

     Amanecí pensando en ti.

     En la coincidencia de nuestras frecuencias. Al momento. En la sal de tu cuerpo. En tus labios arrugados. En tus labios resecos. En tus senos turgentes. En tu cintura estrecha. En tus adentros húmedos y tibios. Pareció un sueño, hasta que miré aquel sofá: topologías peculiares de nuestros cuerpos. Arroyos exfoliados y  arenas erosionadas con el roce de nuestra piel. Geografía para cómplices improvisados.

     Tomé una ducha. La necesitaba desde antes dormir ésas tres horas que nos dejamos libres. A pesar de haber empapado mi cuerpo en agua fría, al cabo de tres minutos de salir del agua, mi piel ardía. ¿Qué sería?

¿El whisky? 
¿El vodka? 
¿El tequila?

     El calor que desde la noche anterior ahora desbordaba por mis poros.

     Y ahora no dejo de pensarte. Qué creemos. Qué sucedió anoche. Qué sigue. Qué haremos. Porque es un asunto de dos (inclusive, tres). Y no podemos dejar las cosas así.

martes, 9 de marzo de 2010

El largo pasillo oscuro (de la noche)

          La lluvia y las sombras. 

          En febrero, a inicio de año.

          La oscuridad.

          Del pasillo hacia tí.

          Frío, húmedo.

          Como la soledad aterradora.

          La soledad de tí.

viernes, 12 de febrero de 2010

El Eco [del calor, del deseo, del anhelo, del espíritu]

          Habitábamos en una recámara. Familiar sólo para mí. Sin embargo la comodidad se hacía evidente en tu cuerpo. Desnudo, recostado entre mis sábanas. Tu gesto denotaba confianza, y la suavidad de tu expresión calidez al cobijo de la luz. la mueca en tu rostro asemejaba una sonrisa. Parecía que hubieras estado visitándo mi casa desde hace años.

          Parecía que hubieras dormido en mi cama varias lunas.

          Había silencio. Puro. Profundo.

           Las formas caprichosas en las puertas de madera del clóset aportaban un toque pardo –cálido– a la habitación. Como el hogar abrasador entre nuestros vientres. Una luz ámbar se vertía, y escurria sobre las curvas de tu feminidad. Tu piel era de canela, no de marfil, e invitaba a reconocer tu aroma a café. A respirar tus poros.

          A pesar del hambre de tí, no sabía como proceder hacia tu cuerpo. Enamorado de tu cabnello negro, brillante como látigos de cuero, entrelacé mis manos en ellos para sentir la caricia de tu cabellera, rozando la piel entre mis dedos. Tu aroma era delicioso. Exquisito. Suave y confortante para apaciguar la emoción acelerada que latía debajo de mi piel, y en mis ojos. En mis manos y en mi pensamiento.

          Me acerqué a tus ojos cerrados, a la piel que durante algunos pensamientos y un par de noches había deseado en secreto. Tan profundo en el subconsciente, que resultaba oculto incluso hasta para mí. Sólo en ésa noche, contigo tendida debajo de mí, se hizo evidente.

          No me pude resistir al banquete de tu cuerpo. Festín encarnizado, ávido y deseseprado para mis pensamientos frenéticos.

          Disfrutaba de tus hombros. La caricia cóncava de mis manos en tu piel. Bajaba por tus brazos. deslizándome delicadamente por tu tersura.

          Al fin llegué a tu boca. Colisión en nuestros labios. Danza frenesí de nuestras legnuas. Mi mano izquierda poseyéndo el flannco derecho de tu cara. Anclándote a mi rostro. Confinándote a mis labios.

          Y a pesar de tenerte a mi entera disposición no pude dejar de recorrer el campo de tu piel en toda la noche. Dejando la aventura de tus interiores para otro sueño, así de real, así de vívido.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Letras afiladas

     Entrelaza tus manos con las mías. Déjame tocar, tu piel (y más allá), delicadamente, con el tacto pausado que ya conoces. Respirar sobre tu piel y gustar del perfume de tus poros.

     Me resisto a tocarte, a pesar de la gran medida en que me encanta. Mis dedos rasgarían tu piel hasta alcanzar lo más profundo de tu ser.

martes, 2 de febrero de 2010

MotoMoscas.

Vibran. Como motosierras. Zumban. Como abejas. Hipnotizan. Como una voz gutural.

Como jetskiis en el agua. Como lanchas en la laguna. Como cachorros en el nido.

Vibran. Zumban. Ronrronean.

Y sin molestarme, no me dejan en paz.

jueves, 28 de enero de 2010

Upset II

     Conozco a las de tu tipo. Se quejan, y luego se dan aires de valientes. Porque muy seguras de sí mismas, dicen que saldrán adelante porque son mucho. Saben lo que valen y de lo que son capaces. ¡Ay de aquellos que no las reconozcan, o valoren! Ellos se lo pierden.

     Pero la verdad, es que lloran en silencio. A propósito o sin querer, pregonan que son independientes, robustas y fuertes. Entonces uno puede llegar a atreverse a creer que en verdad lo son. Cuando creí que estabas completa abandoné un postura, en la que te deseaba la mejor de las vidas. Porque ahora ya podías andar tu sola. No necesitbas que nadie te dijera lo maravillosa que eres. No debería hacer falta una postura aferrada en la que sangraba mis labios en contra de todo jucio y prejuicio hacia tí, para decirte en voz alta con la más firme de las voces, que eres la mejor. Que nadie puede contra tí.

     Abandono ésa postura, y no vuelvo a decirtelo más. Entonces comienzo a reconocer tus defectos, y te los hago saber. Y los critico. Fuetrtemente. Porque creo que ya sabes lo que vales, y creo que tu autoestima es tan fuerte que con ello podrás entender que si enfatizo tus defectos no es para herir, sino en espera de que con ello, evoluciones en la persona ideal. No sólo la mujer ideal. Espero ver cómo te conviertes en lo que puedo amar más que a nada en el mundo. Porque decidí quererte tanto la primera vez, que decidí convencerte de tí misma. Para que fueras mejor, invencible. Plena. Para poder amarte sin reservas.

     Y entonces te equivocas.

     ¿No habíamos hablado ya de ésto o lo otro?, ¿No habías entendido ya?

     Quizá no. Quizá me equivoqué. Quizá no eres quien creí. Quizá eres tan fragil como yo (que necesitaba creer en tí primero para amarte después loca, desenfrenada, ciegamente). Quizá no vales la pena. No vale el dolor de tus penas, que me dolió a mi también.

     Y ahora resulta que quien lo ha hecho mal soy yo. Por ¿"herirte"? ¿Y dónde está ése caracter que creí ver en tí? Ésa dureza. Ese valor. ¿Dices que no vales nada? Al cabo de tus palabras, resulta que no eres lo que yo esperaba. No eres aquello en lo que creí. ¿Dónde está el fruto de la semilla de valor que nuestras lágrimas regaron varias noches? ¿Dónde están los nutrientes de las pláticas que fortalecerían ésa pequeña -pero real- imágen de tí misma, tu valiosa y fuerte identidad? Dónde está esa fuerte idea acerca de quien eres tú.

     Y así, de repente resulta que mis noches sanando tus heridas son un desperdicio. ¿Dónde quedo yo? ¿Qué soy? ¿Qué fuí?

     La respuesta es nada. Mírame, soy una mentira. Me has convertido en una estafa que no logró sanarte ni despertar los que creí era el verdadero poder de tu persona. ¿Dónde está ésa mujer completa? Me convierto en una mentira, porque aquellas noches de pláticas profundas, promesas y compromisos desembnocan en ésto... Tú. Una chica débil. La misma, chica parlotera e insegura.

     En realidad nunca cambié. En realidad no soy autónoma y, -quizá- nunca lo seré. Mentí. Sin querer, porque más bien, yo creía en tí. Quería ser lo que dijiste que era.

dices para tí --                         Fallé.                         -- digo para mí

     Me agoto, me acabo, me extingo.

     Estoy cansado, de creer y no creer. De tener que creer en alguien que apela a la memoria de mis palabras para creer en mi, cuando yo he dejado de creer en ella. Una sóla vez fué suficiente para alcanzar el hartazgo. El desprecio. Un odio irracional hacia cícrulo vicioso del ejercicio de la estafa. Del boicot de perder el amor en una persona por pretender amar a un ser humano cuyo dolor supuestamente logré reparar. Es hacerse de un refugio emocional para el resto de mi vida. Es hacer una escultura de arena, o de sal en cinco noches, fraguarla con lágrimas y querer habitarla para siempre, ignorando que se desmorona día con día. Es creer que resistirá. Que es mi refugio más grande. El mejor.

     Estoy cansado, de creer en las promesas de independencia de aquella que no me quiere amar.

     Estoy harto de su hipocresía.

     Y me siento bien.

miércoles, 20 de enero de 2010

Romance






"There was some girl I really wanted to go off with, and I couln't get her, that's all. And after I played that piano thing, she was up with it." - Matthew James Bellamy.




miércoles, 13 de enero de 2010

Quinientos

     Estoy en uno de ésos momentos en que no puedo expresar cómo extraño a alguien de tal manera que se note. Que se sienta.

     No puedo expresarlo, porque sucede que no la extraño todo el tiempo. Sucede que la extraño sólamente sólo. Pero algo me detiene al querer hacérselo saber. Algo me detiene a expresarlo. Típica reacción fría, y racional: al saber que a uno no se le extraña, para qué decir te extraño sino es recíproco. Y más aún, si a quien uno extraña, resulta estar extraña a otros muchos más.

     Y sin embargo, en el día nunca me hace falta, hasta que noto que a ella le hace falta alguien y no he estado ahí. Una relación con un tercero (que no tendría porque intervenir en lo que siento por ella) me impide sin embargo incluso hasta acercarme. La culpa de no cumplir con mi palabra me separa de todo lo que no quiero ser frente a ella. Ergo, no me presento. Ni en mensaje.

     Y ésta distancia me recalcitra. Se come mis ojos que no lloran porque mi mente no le encuentra sentido, pero arden porque la contención del llanto ha sido extenuante.

     Qué simple sin embrago, sería madar un pequeño, mensaje. Un detalle. Y trozar el silencio para decir "te extraño". Y creer que me pueden creer. A pesar de la distancia, del temor. De la debilidad de reconocerme ante ella como soy. Un pobre diablo sin palabra ni voluntad.

     Y a pesar de todo algo he aportado a su vida. De manera que aunque lejano, no me siento ajeno. Aunque ausente siento un hogar en su corazón, cálido. Apartado, únicamente para mí.

     Aunque bien dice el dicho: No se puede vivir de glorias pasadas.

     En silencio, en éste fondo negro (literal y figurado) lanzo al vacío el susurro que ha de llegar a ti de una u otra forma: "Te extraño )z.".

lunes, 11 de enero de 2010

Anáhuac

     Con éste frío y la soledad colectiva qeu nos cargamos no queda mucho lugar cálido emocional hacia donde pueda viajar la imaginación.

     Justo ahora escucho LovelyHead que me trae a la mente la idealización de una mujer a quien en algún momento aprendí a querer, entrañar, resgaurdar, animar, proteger (de todo lo que estuviera en mis capacidades protegerle), admirar, desear.

     No hay mucho hacia donde huir cuando el mosntruo que te asusta es la soledad. Vacía, eterna, enorme.

     No hay mucho que hacer cuando tienes la mente, los sentidos fijados a un sólo bjeto. Sea animado o inanimado, real o ficticio. Humano o Divino.

     No queda mucho espacio si pierdes el elemento que da significado a tu universo. Debe ser posible existir y vivir en varios universos de maenra simultánea, para no perder nuestro todo cuando se pierda/extravíe o aleje el pivote de alguno de nuestros universos.

     Extraño.

     Del verbo extrañar, no del adjetivo.

     Extraño mucho. Casi todo el tiempo. Y a pesar de ello sigo viviendo, anhelando otras metas, otros objetivos, otras ambiciones. Sin embargo siento ése vacío con forma de mujer. De pláticas nocturnas, abrazos francos. Cabellera negra y larga.

     En algún lugar del corazón del anáhuac.