Mostrando entradas con la etiqueta sueños. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta sueños. Mostrar todas las entradas

domingo, 13 de noviembre de 2016

Cofre



Habría querido destapar el cofre de tu pecho, no sólo para saber qué forma tiene aquello que nos gusta creer que habita dentro y le llamamos corazón. Habría sabido, quizá, tomarlo entre mis palabras e ideas y darle un cálido cobijo durante unas semanas.

Ahora sólo puedo imaginarlo como un objeto de luz dorada que en turno, le brinda a mis palabras e ideas ésa cálida luz que alguna vez quise darle.

Así, pues, concluyo que la vida te muestra lo que debiste dar: orotgándolo en turno.

lunes, 6 de octubre de 2014

roseus

Alegre.

Risueña.

Suavemente enigmática. Como el profundo negro de tus ojos y tu pelo.

Las paredes lisas, tibias, altas. Blancas.
Las columnas, como huesos lijados.
El interior, serio, pero acogedor.

Y sobre el piso de duela oscura, los polígonos ordenados, azul pálido, que la luna dibuja en una de ésas noches hondas, como su silencio.

Entre sábanas ligeras, tu silueta. Curvilínea. Sólida.
Envuelta en sombras negras, los pliegues que tu ropa para dormir, ropa común, convertida improvisadamente en un guiño al erotismo. Tu cuerpo despreocupado y pícaramente tendido, como un guiñapo juguetón. Dispuesto para recibir algún cómplice travieso.

Atendiendo a alguna necesidad que ahora no recuerdo, tuve que levantarme de mi lecho y la única manera de salir, era moviéndome sobre tí. Levitar sobre tu cuerpo él en una especie de acrobacia forzadamente sensual, en la que queriendo y sin querer ponía atención a todo detalle de tu cuerpo: su aroma, su calor, su aura. Su sensualidad.

En un parpadeo, estaba yo recostado junto a tí, mirando ésos ojos grandes ocultos tras unos párpados coronados con pestañas tupidas y largas como la crin de algún caballo jóven. Algunos movimientos después, desnudábate nerviosamente para gustar de las sales de tu cuerpo, de tus cavidades tibias.

Y así, transurrió la noche mientras entre gimoteos y fruncires de cejas, me decías sin palabras: "sigue, no te detengas".

sábado, 28 de diciembre de 2013

White Light


Transtórname
y desordena
mis orbitales
otra vez.

Repárame con
tu azul mágico.
Ése que sintoniza
más allá de los 430 nm.

Devuélveme a
energías que pueda
soportar.

Y róbame tantas
veces quieras a ése
multiverso del que
eres dueña, ama
y señora en el que a
voluntad –y sin querer–
vuelves a armarme y
desarmar.

jueves, 29 de marzo de 2012

Falling in love (yet again).


    Yes I was thinking of leaving this building without writing about her, but I better transcript now that it is fresh.

    I have just stumbled upon ...her. It's easier when you just call her "her".

    I am searching carefully through my vocabulary, not to praise her in an subjectively manner, but It's being harder than I expected. Let's see: amazing, blasting, glowing, dazzling, charming...
     A little bit of all, yet none of them in full. These were the adjectives among I was looking for the one.

     Meh, I just missed it.

     Anyways... Guess I'll just describe the facts.

     It happened really quick. I was looking at some books in a table of the so called "book fair" which, for this time, seems to be permanent and not temporary –as I has assumed in the first place, since at the beginning of the semester, there was a lot of students wandering around.
     It happened as a snap. I just looked up not to miss the stairs and avoid colliding anyone, and there she was. Right in front of me.
    Like a series of photograms, I can describe micro episodes that for sure will stay in my mind quite a long period. The first thing I saw, were her legs. Gosh, what a beautiful tan*. They're are so aesthetic, that resemble two pieces of wood carefully, and patiently carved by hand. Then I saw her jean skirt. Ending slightly above her knees, almost reaching the half of her thighs. The picture of them got my mental libido engine, up and started. With just that stamp in my mind, I can generate as many different stories, ending in so different –yet intense– ways. Then, the immediate second photogram –and the most delightful vision I've had in a long time... her face... There she was, full and glowing, right in front of me. Those beautiful caramel eyes, with their intricate texture, right behind the crystalline beauty of her corneas. A slight blue layer of eyeshadow added a mystical touch of blue to that smooth clear skin of her, making the freckles under her eyes to resemble pebbles covered by this light blue imaginary ocean, gently breaking waves below her eyes. Then her hair, as thin as a delicate veil made up of arranged silk threads colored as high quality cocoa. I was absorbed by her beauty, lost in my contemplation, when after some milliseconds I finally understood who this girl was, why a sudden feel of knowing her from sometime in my past, had come. By the moment I smiled as the awareness came to me, I noticed, she had been holding my sight all the way. The milliseconds employed, not only did she notice me (being in fact in front of her and almost crashing on her) but, they passed to get her recall that we had crossed words the day before (and sights, many other times), and so, she politely ripped me off my abstraction and told me: "Ciao!". I had no further reaction, than just feel complete, knowing that she had remembered me. The smile at the beginning –just for looking at her– went bigger. She hadn't ceased looking fantastic everyday, but in that moment –that instant– she just looked amazing, as never before. Just as soon as she told me «ciao», she disappeared. I rushed upon the stairs, since somehow I managed to see that she was heading towards the door leading to the inner garden in the building, but when I climbed up, she was gone! The complete panorama of a magnificent piece of art, was gone. I inspected the view, and was able to spot her, walking under the gently rain in such a romantic picture, that honestly I find it hard to ever forget.

     Such is, dopamine ...and now I'm in love · · · 

lunes, 19 de abril de 2010

(con)Secuencia

          Habiendo recorrido el fracaso en esa batalla, emprendió la retirada. Enunció con desenfado las palabras que   como una bomba detonarían luego de un monento, y se fué.

          Hubo silencio y oscuridad.

          De la penumbra, vino el sonido semi sordo de los pies desnudos al andar sobre loza de concreto. Satisfecho ya, sin siquiera haberla visto, sonrió con los ojos cerrados. Mientras, ella trastabillaba para ponerse en pie.

          Casi por reflejo, más que por interés, abrió los ojos para esperar a cuadro su delgado cuerpo contrastando con la tenue luz lejana del alumbrado público al exterior. Con los ojos entrecerrados todavía por el sueño -que lentamente se le había filtrado al organismo- le vió reclinarse sobre la cama. Al instante que colocaba los codos sobre el colchón, ella le susurró: "Acepto el reto"

jueves, 25 de marzo de 2010

Resonancia.

     Amanecí pensando en ti.

     En la coincidencia de nuestras frecuencias. Al momento. En la sal de tu cuerpo. En tus labios arrugados. En tus labios resecos. En tus senos turgentes. En tu cintura estrecha. En tus adentros húmedos y tibios. Pareció un sueño, hasta que miré aquel sofá: topologías peculiares de nuestros cuerpos. Arroyos exfoliados y  arenas erosionadas con el roce de nuestra piel. Geografía para cómplices improvisados.

     Tomé una ducha. La necesitaba desde antes dormir ésas tres horas que nos dejamos libres. A pesar de haber empapado mi cuerpo en agua fría, al cabo de tres minutos de salir del agua, mi piel ardía. ¿Qué sería?

¿El whisky? 
¿El vodka? 
¿El tequila?

     El calor que desde la noche anterior ahora desbordaba por mis poros.

     Y ahora no dejo de pensarte. Qué creemos. Qué sucedió anoche. Qué sigue. Qué haremos. Porque es un asunto de dos (inclusive, tres). Y no podemos dejar las cosas así.

viernes, 12 de febrero de 2010

El Eco [del calor, del deseo, del anhelo, del espíritu]

          Habitábamos en una recámara. Familiar sólo para mí. Sin embargo la comodidad se hacía evidente en tu cuerpo. Desnudo, recostado entre mis sábanas. Tu gesto denotaba confianza, y la suavidad de tu expresión calidez al cobijo de la luz. la mueca en tu rostro asemejaba una sonrisa. Parecía que hubieras estado visitándo mi casa desde hace años.

          Parecía que hubieras dormido en mi cama varias lunas.

          Había silencio. Puro. Profundo.

           Las formas caprichosas en las puertas de madera del clóset aportaban un toque pardo –cálido– a la habitación. Como el hogar abrasador entre nuestros vientres. Una luz ámbar se vertía, y escurria sobre las curvas de tu feminidad. Tu piel era de canela, no de marfil, e invitaba a reconocer tu aroma a café. A respirar tus poros.

          A pesar del hambre de tí, no sabía como proceder hacia tu cuerpo. Enamorado de tu cabnello negro, brillante como látigos de cuero, entrelacé mis manos en ellos para sentir la caricia de tu cabellera, rozando la piel entre mis dedos. Tu aroma era delicioso. Exquisito. Suave y confortante para apaciguar la emoción acelerada que latía debajo de mi piel, y en mis ojos. En mis manos y en mi pensamiento.

          Me acerqué a tus ojos cerrados, a la piel que durante algunos pensamientos y un par de noches había deseado en secreto. Tan profundo en el subconsciente, que resultaba oculto incluso hasta para mí. Sólo en ésa noche, contigo tendida debajo de mí, se hizo evidente.

          No me pude resistir al banquete de tu cuerpo. Festín encarnizado, ávido y deseseprado para mis pensamientos frenéticos.

          Disfrutaba de tus hombros. La caricia cóncava de mis manos en tu piel. Bajaba por tus brazos. deslizándome delicadamente por tu tersura.

          Al fin llegué a tu boca. Colisión en nuestros labios. Danza frenesí de nuestras legnuas. Mi mano izquierda poseyéndo el flannco derecho de tu cara. Anclándote a mi rostro. Confinándote a mis labios.

          Y a pesar de tenerte a mi entera disposición no pude dejar de recorrer el campo de tu piel en toda la noche. Dejando la aventura de tus interiores para otro sueño, así de real, así de vívido.