lunes, 11 de enero de 2010

Anáhuac

     Con éste frío y la soledad colectiva qeu nos cargamos no queda mucho lugar cálido emocional hacia donde pueda viajar la imaginación.

     Justo ahora escucho LovelyHead que me trae a la mente la idealización de una mujer a quien en algún momento aprendí a querer, entrañar, resgaurdar, animar, proteger (de todo lo que estuviera en mis capacidades protegerle), admirar, desear.

     No hay mucho hacia donde huir cuando el mosntruo que te asusta es la soledad. Vacía, eterna, enorme.

     No hay mucho que hacer cuando tienes la mente, los sentidos fijados a un sólo bjeto. Sea animado o inanimado, real o ficticio. Humano o Divino.

     No queda mucho espacio si pierdes el elemento que da significado a tu universo. Debe ser posible existir y vivir en varios universos de maenra simultánea, para no perder nuestro todo cuando se pierda/extravíe o aleje el pivote de alguno de nuestros universos.

     Extraño.

     Del verbo extrañar, no del adjetivo.

     Extraño mucho. Casi todo el tiempo. Y a pesar de ello sigo viviendo, anhelando otras metas, otros objetivos, otras ambiciones. Sin embargo siento ése vacío con forma de mujer. De pláticas nocturnas, abrazos francos. Cabellera negra y larga.

     En algún lugar del corazón del anáhuac.

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