lunes, 7 de diciembre de 2009

Muerte

[Abra ésto en otra ventana. Luego, lea.]

     No es la primera vez que escribo sobre el tema.

     Cuando ya no esté en ésta tierra, y no respire más, y no te mire más. Y no vibre con mi voz la banca de metal en camellón en la que conversamos. Cuando ya no viva y no podamos distraernos juntos con el vuelo de una mosca, y no podamos decirnos "Qué bonitos ojos tienes" en el comedor de tu casa. Cuando ya no me mueva, y no podamos hablar del semen de ése hombre en tu boca, y por fin ya no pueda ponerme de malas porque me cuentes ésas porquerías que has hecho.

     Cuando ya no pueda decirte que todo va a estar bien. Cuando ya no te escuche, aunque grites. Ni te escriba, aunque me extrañes. Ni te abrace, aunque llores.

     Entonces imagina ésta conversación como nuestra, donde el que responde soy yo:

-Si eres un gran pianista y te corto un brazo, ¿Qué haces?
-Me dedico a pintar.
-Si eres un gran pintor y te corto el otro brazo, ¿Qué haces?
-Me dedico a bailar.
-Y si eres un gran bailarín y te corto las piernas ¿Qué haces?
-Me dedico a cantar.
-Si eres un cantante y te corto la garganta ¿Qué haces?
-Como estoy muerto, pido que con mi piel se fabrique un hermoso tambor.
-Y si quemo el tambor ¿Que haces?
-Me convierto en una nube que tome todas las formas.
-Si la nube se disuelve ¿qué haces?
-Me convierto en lluvia y hago que nazcan las hierbas.
-¡Ganaste! Me sentiré muy solo el día que no estés.
-Si algún día te sientes sólo, busa la maravillos ciudad de Tar.

     Entonces escucha ésta canción y recuerda las irreverencias alegres de éste habitante desquiciado del planeta Tierra. Y sonríe al recordarme. Que alguna de mis últimas lágrimas secretadas nunca jamás, será enteramente dedicada a lo felíz que fué el tiempo que pasé a tu lado, mirándote, besándote, recorriéndote. Hablándote mientras dormías en mis brazos. Respirando en tu piel desnuda. Una lágrima dedicada a la bendición y a legría de conocerte. Y compartir un fragmento de mi vida contigo.

1 comentario:

  1. Es difícil emparentarse con la idea de la muerte. La mayoría de nosotros tenemos una idea vaga de cómo es morir o incluso especulamos en torno a ello. Cuando leí tu testamento, no pude evitar sentir esta empatía contigo. En verdad somos seres que vamos a morir, no sabemos cómo, ni cuándo. Por si esto fuera poco, siento que haces una descripción perfecta de este estado póstumo. A ojos de los demás, la vida sigue fluyendo y nosotros seremos parte de todas las cosas que siguen allí.

    Todo cambia y se transforma, nada dura para siempre. El universo está contenido en un sólo átomo. La nube en lluvia; la lluvia en hierba, y nosotros en ella.

    ¡Maravilloso!

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