"Venimos andando con un ritmo amigable y conocido. Nuestro andar se desdobla para ver sus propios tonos pardos. Se mira. Se mantiene, y ha mantenido constante. Nada cambia. Acaso uno u otro sesgo, o contratiempo que nos embate, y al ritmo que se va viviendo, se siente como un .
Cuando al cabo el mismo ritmo parece cansarnos, pisamos más fuerte. Enfatizamos para estar seguros de lo que sucede. Aún nos damos tiempo de mirar con calma, y atendemos el suave llamado de los detalles que todavía suceden en torno nuestro: de tí , de mí, de lo que somos. Un nosotros, que parece estar iterando un ciclo plano, llano, que si bien no es incómodo, tampoco resulta inquietante o atractivo. Apelamos con fuerza a aquello que nos mantuvo ardientemente unidos, sin cambiar significativamente el andar rítmico, pausado y más bien apacible de éste camino. Andamos y sin emoción ni desconfort, las cosas siguen igual. Cobijamos con pequeñas improvisaciones lo nuestro. Queremos despertar, reactivar éso que somos tu y yo, obtener éso que en un princicpio lucía deslumbrante, y sin embargo, a pesar de todo se mantiene así: felíz, confortable, conocido.
Y al final, andamos al mismo ritmo."
Ésta entrada pertenece a una serie de cuatro elementos, los cuales están escritos con producciones generadas mientras se escuchaban las piezas musicales que acompañan cada texto. Describen en la medida de las capacidades del autor, las interpretaciones que éste hizo acerca de aquel concurrido ente emocional, con base en los matices musicales expresados por la compositora Natalia Lafourcade.
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