Entrelaza tus manos con las mías. Déjame tocar, tu piel (y más allá), delicadamente, con el tacto pausado que ya conoces. Respirar sobre tu piel y gustar del perfume de tus poros.
Me resisto a tocarte, a pesar de la gran medida en que me encanta. Mis dedos rasgarían tu piel hasta alcanzar lo más profundo de tu ser.
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